18 de agosto de 2013

  • 8/18/2013 08:21:00 a. m.
Santo Domingo. Asisten puntual y formalmente vestidos a la ceremonia en la que traspasan sus orígenes civiles a la Patria dominicana, manteniendo sus rostros rígidos, como se espera en todo acto solemne, hasta que llega el momento de la entrega del certificado que los hace dominicanos.  

Sus semblantes lucen relajados y aflora la sonrisa habitual del que ha logrado algo importante y trascendental en sus vidas, cuando por fin mencionan sus nombres y les toman la fotografía que les garantizará que nadie podrá dudar de su nueva nacionalidad.

Parece una rueda de prensa el momento de la entrega del título de Dominicano. Familiares y amigos se acercan con ansiedad a los juramentados para captar el momento de la sonrisa y la sensación de bienestar y seguridad que representa la formalización de la nacionalización.

Luego viene la firma del documento que le hacen firmar como recibido y el suspenso que les genera la advertencia de que no deben abrir el sobre en el que está su acreditación como dominicanos, sino entregarlo tal cual a la Junta Central Electoral (JCE) para la emisión de su cédula de identidad personal.

Una nueva ansiedad se apodera de ellos en ese instante por el hecho de temer confrontar algún contratiempo con la declaración final de su identidad, ya que esto es fundamental para la emisión de su pasaporte dominicano o diplomático, en los casos de funcionarios que vinieron a cumplir una misión y se enamoraron de la Patria independentista de Duarte, Sánchez y Mella, donde decidieron quedarse para siempre.

Es por ello que se les ve apretar el sobre manila que les entrega el Ministerio de Interior y Policía (MIP), para asegurarse que no se les pierda, e inclusive, algunos prefieren no tomar el brindis para no ocupar sus manos y evitar que el anhelado documento termine mojado o estrujado.

Tanto al principio como al final de estos actos, muchos cantan el Himno Nacional, para demostrar que sienten como dominicanos, y es que para estar en aquel lugar debieron antes pasar una prueba de conocimientos sobre historia, civismo, política, gobiernos, economía, deportes, cultura y todo lo que define a la República Dominicana.

Entre las preguntas elementales están: ¿Cuál es la fecha de la Restauración?,  ¿Quién dijo La República Dominicana será libre de toda potencia extranjera o se hunde la isla?, ¿Cuántos periodos completos puede un presidente cumplir?, ¿Quién designa a los jueces de la Suprema Corte de Justicia?, ¿Cuál es la montaña más alta del país?, ¿Cuáles son las formas de cambiar la Constitución?, ¿En cuántas provincias está dividida la República Dominicana?, ¿Cuáles son los nombres de los parques nacionales?

Muchos de los presentes, dominicanos por naturaleza que participan en estos eventos porque forman parte del personal de Interior y Policía que organiza estos actos se preguntan: ¿Por qué tantos extranjeros quieren ser dominicanos?

Tal vez la respuesta esté en las cifras estadísticas que revelan que cada año alrededor de 500 extranjeros se comprometen a amar y a respetar la nación dominicana y a comportarse como todo buen dominicano.

En el más reciente acto de juramentación de extranjeros nacionalizados dominicanos, celebrado el pasado viernes en el Ministerio de Interior y Policía, organismo que está facultado para esos fines, se percibió una gran gama de nacionalidades, razas, idiomas y actitudes distintas, propias de los países de origen de cada uno de los graduados.

Unos 16 países estuvieron representados en esa ocasión, incluyendo Rusia, Italia, Corea, China, Canadá, España, Estados Unidos, Serbia, Nicaragua, Honduras y Cuba para un total de 44 personas, de los cuales 17 se nacionalizaron por matrimonio con criollos; 21 por intereses empresariales, comerciales, artísticos, culturales y otros motivos particulares, y 6 por ser hijos de naturalizados.

DERECHO CONSAGRADO EN LA CONSTITUCIÓN

La Declaración Americana de los Derechos del Hombre, votada por la Organización de Estados Americanos (OEA), señala en su artículo 19 que “Toda persona tiene derecho a la nacionalidad que legalmente le corresponda y el de cambiarla si así lo desea por la de cualquier otro país que esté dispuesto a otorgársela.
 
La Constitución Dominicana del 2010 establece en su artículo 18 el derecho a ser dominicanos de los hijos e hijas de padres o madres dominicanos, aun hayan nacido en el extranjero; a todos los reconocidos antes de dicha Constitución, a los nacidos en territorio nacional salvo hijos de miembros de legaciones diplomáticas, consulares, extranjeros en tránsito o que residan ilegalmente en el país, a los cónyuges de los dominicanos y a las personas naturalizadas legalmente.
 
Los extranjeros nacionalizados dominicanos pueden optar por cualquier cargo político, excepto el de Presidente o Vicepresidente de los Poderes del Estado, pero adquieren el mismo estado de ciudadanía de los dominicanos de origen, tales como elegir cargos políticos, decidir sobre los asuntos nacionales mediante referendo, ejercer el derecho a la iniciativa popular, formular peticiones a los poderes públicos y denunciar faltas cometidas en el desempeño de cargos públicos.
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CADA AÑO CERCA DE 500 EXTRANJEROS JURAN POR NUESTRA BANDERA

Santo Domingo. Asisten puntual y formalmente vestidos a la ceremonia en la que traspasan sus orígenes civiles a la Patria dominicana, manteniendo sus rostros rígidos, como se espera en todo acto solemne, hasta que llega el momento de la entrega del certificado que los hace dominicanos.  

Sus semblantes lucen relajados y aflora la sonrisa habitual del que ha logrado algo importante y trascendental en sus vidas, cuando por fin mencionan sus nombres y les toman la fotografía que les garantizará que nadie podrá dudar de su nueva nacionalidad.

Parece una rueda de prensa el momento de la entrega del título de Dominicano. Familiares y amigos se acercan con ansiedad a los juramentados para captar el momento de la sonrisa y la sensación de bienestar y seguridad que representa la formalización de la nacionalización.

Luego viene la firma del documento que le hacen firmar como recibido y el suspenso que les genera la advertencia de que no deben abrir el sobre en el que está su acreditación como dominicanos, sino entregarlo tal cual a la Junta Central Electoral (JCE) para la emisión de su cédula de identidad personal.

Una nueva ansiedad se apodera de ellos en ese instante por el hecho de temer confrontar algún contratiempo con la declaración final de su identidad, ya que esto es fundamental para la emisión de su pasaporte dominicano o diplomático, en los casos de funcionarios que vinieron a cumplir una misión y se enamoraron de la Patria independentista de Duarte, Sánchez y Mella, donde decidieron quedarse para siempre.

Es por ello que se les ve apretar el sobre manila que les entrega el Ministerio de Interior y Policía (MIP), para asegurarse que no se les pierda, e inclusive, algunos prefieren no tomar el brindis para no ocupar sus manos y evitar que el anhelado documento termine mojado o estrujado.

Tanto al principio como al final de estos actos, muchos cantan el Himno Nacional, para demostrar que sienten como dominicanos, y es que para estar en aquel lugar debieron antes pasar una prueba de conocimientos sobre historia, civismo, política, gobiernos, economía, deportes, cultura y todo lo que define a la República Dominicana.

Entre las preguntas elementales están: ¿Cuál es la fecha de la Restauración?,  ¿Quién dijo La República Dominicana será libre de toda potencia extranjera o se hunde la isla?, ¿Cuántos periodos completos puede un presidente cumplir?, ¿Quién designa a los jueces de la Suprema Corte de Justicia?, ¿Cuál es la montaña más alta del país?, ¿Cuáles son las formas de cambiar la Constitución?, ¿En cuántas provincias está dividida la República Dominicana?, ¿Cuáles son los nombres de los parques nacionales?

Muchos de los presentes, dominicanos por naturaleza que participan en estos eventos porque forman parte del personal de Interior y Policía que organiza estos actos se preguntan: ¿Por qué tantos extranjeros quieren ser dominicanos?

Tal vez la respuesta esté en las cifras estadísticas que revelan que cada año alrededor de 500 extranjeros se comprometen a amar y a respetar la nación dominicana y a comportarse como todo buen dominicano.

En el más reciente acto de juramentación de extranjeros nacionalizados dominicanos, celebrado el pasado viernes en el Ministerio de Interior y Policía, organismo que está facultado para esos fines, se percibió una gran gama de nacionalidades, razas, idiomas y actitudes distintas, propias de los países de origen de cada uno de los graduados.

Unos 16 países estuvieron representados en esa ocasión, incluyendo Rusia, Italia, Corea, China, Canadá, España, Estados Unidos, Serbia, Nicaragua, Honduras y Cuba para un total de 44 personas, de los cuales 17 se nacionalizaron por matrimonio con criollos; 21 por intereses empresariales, comerciales, artísticos, culturales y otros motivos particulares, y 6 por ser hijos de naturalizados.

DERECHO CONSAGRADO EN LA CONSTITUCIÓN

La Declaración Americana de los Derechos del Hombre, votada por la Organización de Estados Americanos (OEA), señala en su artículo 19 que “Toda persona tiene derecho a la nacionalidad que legalmente le corresponda y el de cambiarla si así lo desea por la de cualquier otro país que esté dispuesto a otorgársela.
 
La Constitución Dominicana del 2010 establece en su artículo 18 el derecho a ser dominicanos de los hijos e hijas de padres o madres dominicanos, aun hayan nacido en el extranjero; a todos los reconocidos antes de dicha Constitución, a los nacidos en territorio nacional salvo hijos de miembros de legaciones diplomáticas, consulares, extranjeros en tránsito o que residan ilegalmente en el país, a los cónyuges de los dominicanos y a las personas naturalizadas legalmente.
 
Los extranjeros nacionalizados dominicanos pueden optar por cualquier cargo político, excepto el de Presidente o Vicepresidente de los Poderes del Estado, pero adquieren el mismo estado de ciudadanía de los dominicanos de origen, tales como elegir cargos políticos, decidir sobre los asuntos nacionales mediante referendo, ejercer el derecho a la iniciativa popular, formular peticiones a los poderes públicos y denunciar faltas cometidas en el desempeño de cargos públicos.