Ante este estado de incertidumbre,
desigualdad social, pobreza, delincuencia, deficiencia educativa, violencia,
impunidad, contaminación del ambiente, pérdida de valores e identidad, no puede
haber una convivencia digna.
En esta situación de descomposición social, atracos, sicariato, narcotráfico, participación de autoridades en actos delictivos, corrupción administrativa, politiquería, clientelista, inseguridad ciudadana, etc. No podemos construir un país libre, soberano e independiente, tal como lo soñara el Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte.
Ya es hora que los dominicanos de corazón interactúen con espíritu y coraje lleno de valentía frente a este sistema democrático que propicia un modelo neoliberal, productor de violencia. Porque marginalización y excluye a grandes sectores de la población.
En esta situación de descomposición social, atracos, sicariato, narcotráfico, participación de autoridades en actos delictivos, corrupción administrativa, politiquería, clientelista, inseguridad ciudadana, etc. No podemos construir un país libre, soberano e independiente, tal como lo soñara el Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte.
La sociedad necesita un cambio de
mentalidad, ser más solidaria. Hoy más que nunca se necesita la unificación de
Criterios y trabajos en conjunto para erradicar el virus de la corrupción. La
iglesia como Madre y Maestra, insiste en la educación para los verdaderos
valores humanos y cristianos y construir el edificio de una auténtica
democracia, en la recuperación de la ética social, de la legalidad y la moral
pública, para que el sistema democrático dominicano pueda defenderse de la corrupción,
el clientelismo, la demagogia, y las mafias.
Tales vicios están vigentes en la
sociedad actual y sólo se corrigen ejerciendo más en profundidad la democracia,
con un verdadero espíritu democrático fundado en la verdad, libertad, la
justicia social y la tolerancia. La doctrina social de la Iglesia enseña el
derecho de todos a una participación política que vaya mucho más allá del voto
y que implique informarse, hacer una oposición constructiva y contundente que
contribuya al bien común.
Ya es hora que los dominicanos de corazón interactúen con espíritu y coraje lleno de valentía frente a este sistema democrático que propicia un modelo neoliberal, productor de violencia. Porque marginalización y excluye a grandes sectores de la población.
Sólo con espíritu de valentía y no de
rebeldía y cobardía los dominicanos de buen Corazón podrán construir un nuevo
país sano y libre de esa liberación excluyente.
Por
Padre Santiago Bautista