Erica, argentina, tenía 21 años cuando empezó su primera relación con otra mujer siete años mayor que ella.
Poco a poco se vio atrapada en una espiral de aislamiento y control asfixiante.
"Me llamaba constantemente, también en horas de oficina. Si le decía que no podía hablar me llamaba al teléfono del trabajo", le explica Erica a BBC Mundo.
Luego empezó la violencia física, con golpes en la cabeza, marcas en los brazos e incluso, un día, quien era su novia le fracturó la nariz de una patada.
"Al día siguiente le dije a mi madre que me había caído", relata la mujer que ahora tiene 34 años.
La historia de Erica es similar a la de otras mujeres que han sufrido violencia, pero es distinta en algo: el perpetrador no era un hombre, sino una mujer igual que ella.
Y su caso no es aislado. Los colectivos LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales) aseguran que, de hecho, la violencia entre personas del mismo sexo es más frecuente de lo que se cree.