Por Julio Portillo, historiador e internacionalista venezolano. El calificativo
más fuerte que ha recibido la dictadura de Maduro ha sido el expresado por la
Fiscal Ortega Díaz al decir que Venezuela es un “Estado de Terror”.
No pasaron
veinticuatro horas cuando el gobierno ofrecía prueba de su crueldad al asesinar
al estudiante David Vallenilla. Maduro para justificar sus crímenes como un
verdugo de su propio pueblo, dijo que el gobierno solo echa agua y gasecitos
lacrimógenos. Cuánta razón tenía César Cantú al decir que “La violencia es el
arma de los gobiernos débiles”.
La semana ha
estado prodiga de declaraciones importantes. El Cardenal Jorge Urosa Sabino
acusó al gobierno de ser el autor de las represiones. La internacionalista
Giovanna De Michelle ante la cantada victoria de Maduro sobre el resultado de
la votación en la OEA afirmó: “Solo quien concibe al mundo como un ring de
boxeo es capaz de dar una declaración semejante”. Y a propósito de los
estudiantes de Puerto Ordaz enviados a las mazmorras de El Dorado uno de ellos
escribió: “Nos podrán quitar la libertad pero jamás la idea, la visión y la
convicción de transformar este país”.
Pero del lado
del régimen también hay declaraciones que registrar. El dictador reveló que hay
militares presos. Como en otras ocasiones habló de pruebas que nunca después
presenta y comenzó a excusar el fracaso de la constituyente al denunciar que la
oposición va a hackear esas elecciones. Solicitó en una arenga, una rebelión
contra la oligarquía. Olvidó que hoy los oligarcas son sus propios compañeros
de partido, millonarios con el dinero robado a los venezolanos y no los
empresarios arruinados por la destrucción del aparato productivo del país.
El Ministro de
la Defensa, uno de los representantes de este gobierno macabro, con guardias
nacionales condecorados por sus hazañas de sangre, pidió acelerar los juicios
militares contra los estudiantes detenidos. Al mismo tiempo que suscribía el
nombramiento de más generales. Venezuela se exhibe ante el mundo como el país
con más de 2000 generales de división y de brigada y almirantes. Es el premio a
la lealtad al dictador, al hecho de apuntalar una tiranía podrida.
Los
nombramientos a la carrera de nuevos comandos militares por regiones lo que
revela es el miedo que tiene el régimen de oficiales jóvenes que ya no pueden
seguir como ciegos y sordos ante lo que ocurre en las calles de todas las
poblaciones de Venezuela. Sobre todo, porque son ellos los que conocen los
nombres de los pobres guardias nacionales ideologizados a los cuales les han
dado órdenes de disparar. De matar el futuro de la patria que es la generación
de estudiantes que están dando la batalla de la libertad en las ciudades de
Venezuela.
El tiempo es
indetenible. Ni Maduro, ni la Lucena, Padrino o Diosdado, ni los magistrados
chucutos del TSJ, podrán destruir el porvenir. O como dice el escritor francés
Lamennais “El tiempo puede tener un parto difícil, pero no aborta jamás”.