Por Julio Portillo, historiador e internacionalista venezolano. Lo ocurrido este domingo pasado es apenas un episodio del momento de calamidades e infortunio que vive Venezuela. No podemos sucumbir ante el pesimismo.
La llama de la resistencia no puede apagarse. Nada de escepticismo, ni desmoralización, el espíritu y carácter de esta lucha debe mantenerse para liberar una patria cautiva.
Se impone esclarecer el ambiente. Pasamos a un nuevo
estadio de la brega contra un Maduro gendarme y su gobierno de barbaros y
ladrones. Hay necesidad de organizar la resistencia, prever la clandestinidad.
Saber que las confrontaciones de calles no son solamente para derrocar la
tiranía, estamos ante una “guerra” de liberación nacional. Este es el carácter
de la lucha. Venezuela está secuestrada por cubanos, rusos y chinos, que les
interesa el statu quo porque para ellos sus ganancias valen más que la sangre
derramada por los venezolanos.
Por esto, la resistencia organizada toma el carácter de
rebelión popular, lo que hasta ahora hemos tenido son escarceos dolorosos,
donde la juventud ha ofrendado vidas. No puede permitírsele a ningún dirigente
de la oposición conversaciones secretas con la dictadura a espaldas de la
mayoría del pueblo venezolano. Nadie puede servir a esta causa a su modo. Si
fuere el caso dialogar con los adversarios tiene que ser con la oficialidad
militar que sirviéndose de Maduro como un títere mantienen este régimen de
corrupción y terror.
Hay que denunciar esa paz a la que los voceros del régimen
se refieren constantemente. Como ha dicho la abogada Ana Mercedes Díaz “una
paz, sin libertad, es esclavismo”. La paz que quiere el chavismo, es la de una
economía de alivios, no de productividad nacional, no la de ciudadanos sino de
hombres y mujeres serviles y militares degradados.
Es la hora de convocar la rebelión de las provincias
frente al centralismo. Tiene que iniciarse ahora venciendo el miedo, una ola de
desconocimiento del gobierno y su constituyente, por parte del gentilicio
regional, academias, colegios profesionales, sindicatos, federaciones de
estudiantes, iglesias, universidades. Este es el espíritu de la lucha que nos
llama a persistir.
La Asamblea Nacional debe proceder a nombrar un Nuevo
Gobierno Transitorio, que llene el vacío que ha dejado el Nicolato al colocarse
de espalda a la constitución y las leyes. Ello comporta la posibilidad que la
comunidad internacional comience a reconocer las nuevas autoridades, antes que
la anarquía se apodere de la República, ya en camino de disolución.
El ánimo espiritual e ideológico de esta nueva etapa lo
tenemos descrito en la letra del Himno Nacional. Gloria al bravo pueblo, que el
yugo lanzó. Abajo cadenas. Y si el despotismo levanta la voz, seguid el ejemplo
que….Caracas, Táchira y Mérida dio. Y
bueno es darse ánimo para este combate recordando al escritor uruguayo Mario
Benedetti: “No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir los
sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo”.