14 de marzo de 2018

Ana Julia Quezada ha confesado. La que fuera detenida el pasado 11 de marzo como principal sospechosa del asesinato del pequeño Gabriel tras encontrar su cuerpo en el maletero de su coche acabó derrumbándose ante la Guardia Civil y confesando el terrible crimen que ha conmocionado a España.

Su versión de los hechos, sin embargo, apunta a la defensa propia. Según su relato, hubo una discusión en la que el niño de 8 años habría intentado agredirla con un hacha, por lo que la mujer acabó golpeándole con la parte roma del arma tras arrebatárselo. Después apretó el cuello del menor hasta acabar con su vida.   
Lo que Quezada pretende con esto es tratar de rebajar un presunto caso de asesinato a un supuesto de agresión que termina en homicidio. De esta manera, evitaría la condena de prisión permanente revisable, aplicacable a asesinatos en los que la víctima es menor de 16 años. Así, de considerarse homicidio se enfrentaría a entre 10 y 15 años de prisión, o incluso a entre uno y cuatro años de ser condenada por homicidio imprudente. 

La confesión se produjo en la Comandancia de la Guardia Civil de Almería el pasado 13 de marzo, donde la asesina confesa prestó declaración durante casi dos horas tras dos jornadas sin colaborar con la investigación. Ana Julia había mantenido mutismo absoluto durante su traslado a los escenarios de Rodalquilar, Las Hortichuelas y Vicar. La abogada Ana Gámez, que junto a Esteban Hernández se encarga de la defensa de Quezada en turn de oficio, detalló que las visitas a estos escenarios fueron para registros y que fue el día de la confesión cuando se llevó a cabo una reconstrucción de los hechos.

Las incógnitas de crimen

Tras prestar declaración ante los agentes de la UCO, el traslado a la finca de los abuelos paternos en Rodalquilar permitió la localización de las prendas que vestía Gabriel el día del asesinato. También ha podido saberse que el cadáver fue enterrado en la finca y no arrojado al pozo contiguo a la vivienda. 
Algunas incógnitas que quedan por esclarecer son las de aclarar si el cuerpo del menor permaneció oculto siempre en el mismo sitio o si fue trasladado durante los 12 días que se alargó la búsqueda; así como dilucidar si Ana Julia contó con un colaborador o cómplice, no tanto en la comisión del crimen como a la hora de ocultar o deshacerse del cadáver. Quezada, sin embargo, ha declarado que actuó en solitario.


¿Crimen por celos?

La razón del crimen se centra, principalmente, en los celos que Ana Julia sentía hacia la figura de Gabriel, hijo de su pareja, Ángel Cruz. Quezada tenía la intención de regresar a su país natal, República Dominicana, en compañía de su pareja, que se negó por miedo a perder el contacto con su hijo, por lo que la mujer acabó viendo al niño como un "impedimento" en su relación.
La acusada, a la que han descrito como "especialmente fría", no tenía buena relación con la madre de su pareja y, sobre todo, con la madre de Gabriel. El contacto entre Ángel y Patricia era cordial y diario con el fin de establecer unas líneas comunes a la hora de educar al hijo que ambos tenían en común.
Los investigadores no han descartado la presencia de un posible móvil económico. Ana Julia insistió en repetidas ocasiones en la conveniencia de aumentar el rescate del menor. Además, la acusada había mantenido relaciones sentimentales en el pasadoque le permitieron conseguir una buena suma de dinero.
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Ana Julia culpa al niño y asegura que lo mató en defensa propia

Ana Julia Quezada ha confesado. La que fuera detenida el pasado 11 de marzo como principal sospechosa del asesinato del pequeño Gabriel tras encontrar su cuerpo en el maletero de su coche acabó derrumbándose ante la Guardia Civil y confesando el terrible crimen que ha conmocionado a España.

Su versión de los hechos, sin embargo, apunta a la defensa propia. Según su relato, hubo una discusión en la que el niño de 8 años habría intentado agredirla con un hacha, por lo que la mujer acabó golpeándole con la parte roma del arma tras arrebatárselo. Después apretó el cuello del menor hasta acabar con su vida.   
Lo que Quezada pretende con esto es tratar de rebajar un presunto caso de asesinato a un supuesto de agresión que termina en homicidio. De esta manera, evitaría la condena de prisión permanente revisable, aplicacable a asesinatos en los que la víctima es menor de 16 años. Así, de considerarse homicidio se enfrentaría a entre 10 y 15 años de prisión, o incluso a entre uno y cuatro años de ser condenada por homicidio imprudente. 

La confesión se produjo en la Comandancia de la Guardia Civil de Almería el pasado 13 de marzo, donde la asesina confesa prestó declaración durante casi dos horas tras dos jornadas sin colaborar con la investigación. Ana Julia había mantenido mutismo absoluto durante su traslado a los escenarios de Rodalquilar, Las Hortichuelas y Vicar. La abogada Ana Gámez, que junto a Esteban Hernández se encarga de la defensa de Quezada en turn de oficio, detalló que las visitas a estos escenarios fueron para registros y que fue el día de la confesión cuando se llevó a cabo una reconstrucción de los hechos.

Las incógnitas de crimen

Tras prestar declaración ante los agentes de la UCO, el traslado a la finca de los abuelos paternos en Rodalquilar permitió la localización de las prendas que vestía Gabriel el día del asesinato. También ha podido saberse que el cadáver fue enterrado en la finca y no arrojado al pozo contiguo a la vivienda. 
Algunas incógnitas que quedan por esclarecer son las de aclarar si el cuerpo del menor permaneció oculto siempre en el mismo sitio o si fue trasladado durante los 12 días que se alargó la búsqueda; así como dilucidar si Ana Julia contó con un colaborador o cómplice, no tanto en la comisión del crimen como a la hora de ocultar o deshacerse del cadáver. Quezada, sin embargo, ha declarado que actuó en solitario.


¿Crimen por celos?

La razón del crimen se centra, principalmente, en los celos que Ana Julia sentía hacia la figura de Gabriel, hijo de su pareja, Ángel Cruz. Quezada tenía la intención de regresar a su país natal, República Dominicana, en compañía de su pareja, que se negó por miedo a perder el contacto con su hijo, por lo que la mujer acabó viendo al niño como un "impedimento" en su relación.
La acusada, a la que han descrito como "especialmente fría", no tenía buena relación con la madre de su pareja y, sobre todo, con la madre de Gabriel. El contacto entre Ángel y Patricia era cordial y diario con el fin de establecer unas líneas comunes a la hora de educar al hijo que ambos tenían en común.
Los investigadores no han descartado la presencia de un posible móvil económico. Ana Julia insistió en repetidas ocasiones en la conveniencia de aumentar el rescate del menor. Además, la acusada había mantenido relaciones sentimentales en el pasadoque le permitieron conseguir una buena suma de dinero.