Por Cándida Figuereo Figueroa, periodista y articulista dominicana. Lo ocurrido al mediodía del 6 de septiembre
último al ginecólogo Julio Gómez Ramírez, asaltado junto a un sobrino suyo al
llegar a su residencia, pone en evidencia que estamos en manos de nadie y que
en lugar de recibir protección por ser atacado por un delincuente le mandaran
al calabozo porque una muchedumbre evitó que le mataran al caerle encima al
atacante, lo que en buena lid es visto por la población como una injusticia con
el médico.
Este ginecólogo, en lugar de estar en sus
quehaceres contribuyendo con quienes necesitan sus servicios, se encuentra tras
la reja porque no se dejó matar. Asumo que Jesucristo debe acercarse por estos
lares para que vea la injusticia de la justicia.
Es obvio que este médico, a su edad, no está
en condición de enfrentar a un joven que pistola en mano entró la mano en el
bolsillo donde el ginecólogo tenía 48 mil pesos que había retirado minutos
antes de un banco para repagar su vivienda.
Los golpes al asaltante que hacía un mes había
salido de la cárcel de La Victoria puso fin a “Lagrimita” quién, probablemente,
no recibió la orientación adecuada para que cambiara su estilo de vida.
Es importante no dañar a ningún ser humano,
no desear lo del otro, sino lo que se pueda conseguir con esfuerzo propio. Al
final, nadie se lleva nada de las tantas cosas que posee y probablemente la
disfrute quien usted menos se espera. Y….si el doctor no linchó a su atacante,
no debe estar tras las rejas porque de lo contrario sería una Injusticia con el
médico.