
Como madre de un hijo con discapacidades, hoy celebramos
que esos seres especiales estén en nuestras existencias, dándonos a cada
instantes lecciones de vida a todos aquellos que piensen que la discapacidad,
es una enfermedad.
Dios, es muy sabio cuando nos concede la virtud de
poder cuidar, amar, proteger y darnos la oportunidad de cambiar nuestras vidas,
teniendo un hijo o hija discapacitado.
Esta experiencia me ha llenado de esa tolerancia,
sabiduría, paciencia, que honestamente yo no tenía, comprendiendo a la vez que
todas las madres con estos casos somos unas "Guerreras Incansables".
Con mi hijo he aprendido que la vida, es simple y
compleja a la vez, que la salud, vale oro, que el tiempo apremia, que no
importa que nos falten movilidad en las extremidades, si tu mente está consciente
y capaz de generar ideas y proyectos.
Al atender un hijo con discapacidades, aprendemos a ser
más solidarios con todo y con todos, aprendemos a valorar tantas cosas.
Cada día doy gracias a Dios, por permitirme, ser la madre,
de mi hijo Danny, con múltiples discapacidades, pero con un corazón lleno de
bondad, y una mente envidiable, que tal vez personas sanas, pudiesen envidiar.
Fue en el 1992, cuando se declaró éste día 3 de Diciembre
como el día de las personas discapacitadas, con el objetivo de promover la
concienciación, de las personas discapacitadas.
Gracias hijo mío, por dejarme ser tu chistosa madre,
disfruto enormemente serlo.