Toshio Takata, de 69 años, explica que infringió la ley porque era pobre.Quería un lugar donde vivir de forma gratuita, aunque fuera entre rejas.
“Llegué a la edad de la jubilación y me quedé sin dinero. Así que se me ocurrió que quizás en la cárcel podría vivir gratis”, dice Takata.
“Agarré una bicicleta, la llevé a la comisaría de policía y le dije al hombre que había ahí: ‘Mira, robé esto'”, continúa.
El plan funcionó. Ese fue el primer delito de Takata, y lo cometió con 62 años. Los tribunales japoneses tratan los hurtos como algo serio, por lo que fue sentenciado a un año de cárcel.
Pequeño, delgado y con tendencia a reírse, Takata no parece para nada un delincuente habitual, y mucho menos alguien capaz de amenazar a un grupo de mujeres con un cuchillo. Pero tras ser liberado de su primera sentencia, esto es exactamente lo que hizo.
“Fui a un parque y las amenacé. No pretendía hacerles ningún daño. Solo les enseñé el cuchillo esperando que alguna de ellas llamara a la policía. Y una lo hizo”, explica Takata.