1 de julio de 2019


Dentro de la constitución de los dominicanos, está claramente establecido un artículo que dice lo siguiente; Todo ciudadano tiene derecho a "elegir y ser elegido". Amén.

Esa expresión tácita de derecho fundamental ha brindado una brecha a muchos actores ajenos a la política de participar y tener ganancia de causa en los procesos electivos del pasado.

Figuras importantes de la televisión y del mundo empresarial en el pasado participaron y aportaron muchísimo, incluso llegaron a ser figuras de primer orden como el fenecido empresario radial y televisivo, Rafael Corporán de lo Santos, Jacinto Peynado, Antonio Najri, Roberto Salcedo, Jhonny Ventura, entre otros.

 En el caso comparado del resto del mundo ya hemos visto figuras de la televisión, cine y comedia que han obtenido la presidencia de sus países.

Hasta aquí todo va bien, el gran peligro de esa brecha es que con el afán de masificar las matrículas partidarias y ganar elecciones, los liderazgos post Bosch, Balaguer y Peña Gómez, han levantado los filtros necesarios que detengan la participación del narcotráfico en los diferentes niveles, por su alto grado de bondad social, repitiendo los modelos esplendidos de Pablo Escobar o Al Capone.

En la actualidad existen nuevos desafíos y retos para la partidocracia tradicional, los llamados influencer de redes sociales, promotores artísticos y empleados del mundo del entretenimiento, han apuntado sus cañones y fuerzas al congreso nacional, no queda del todo claro, si sus semejantes que representan una mayoría preocupante irán a votar 🗳 por ellos.

 Sus propios contenidos explican que los miembros y líderes de los partidos son ladrones y delincuentes.

La estrategia va tomando fuerza, la excusa de la masiva invasión de los antivalores hacia los partidos es la siguiente.

"Mi candidatura es apolítica, diferente y del pueblo", un discurso populista, trasnochado y carente de seriedad.

La política, es la plataforma que permite sustentar la democracia y la paz social que disfrutamos, con muchas cosas por mejorar, pero estable.

Jugar a buscar paladines y salvadores sociales, nos podría salir muy caro en el futuro inmediato.

La principal responsabilidad caerá bajo las cúpulas partidarias que después de la muerte de Juan Bosch, Joaquín Balaguer y José Francisco Peña Gómez, han degradado a su máxima expresión la matrícula de los que ven en la política una vía fácil para limpiar sus ganancias oscuras del mundo del narcotráfico, disfrazados de influencer y ángeles caídos del cielo.


Por Jhanel Ferreras
El autor es mercadólogo y comunicador social

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"Entre demócracia, influencer, narcotraficantes y política. Post Bosch, Balaguer y Peña Gómez"


Dentro de la constitución de los dominicanos, está claramente establecido un artículo que dice lo siguiente; Todo ciudadano tiene derecho a "elegir y ser elegido". Amén.

Esa expresión tácita de derecho fundamental ha brindado una brecha a muchos actores ajenos a la política de participar y tener ganancia de causa en los procesos electivos del pasado.

Figuras importantes de la televisión y del mundo empresarial en el pasado participaron y aportaron muchísimo, incluso llegaron a ser figuras de primer orden como el fenecido empresario radial y televisivo, Rafael Corporán de lo Santos, Jacinto Peynado, Antonio Najri, Roberto Salcedo, Jhonny Ventura, entre otros.

 En el caso comparado del resto del mundo ya hemos visto figuras de la televisión, cine y comedia que han obtenido la presidencia de sus países.

Hasta aquí todo va bien, el gran peligro de esa brecha es que con el afán de masificar las matrículas partidarias y ganar elecciones, los liderazgos post Bosch, Balaguer y Peña Gómez, han levantado los filtros necesarios que detengan la participación del narcotráfico en los diferentes niveles, por su alto grado de bondad social, repitiendo los modelos esplendidos de Pablo Escobar o Al Capone.

En la actualidad existen nuevos desafíos y retos para la partidocracia tradicional, los llamados influencer de redes sociales, promotores artísticos y empleados del mundo del entretenimiento, han apuntado sus cañones y fuerzas al congreso nacional, no queda del todo claro, si sus semejantes que representan una mayoría preocupante irán a votar 🗳 por ellos.

 Sus propios contenidos explican que los miembros y líderes de los partidos son ladrones y delincuentes.

La estrategia va tomando fuerza, la excusa de la masiva invasión de los antivalores hacia los partidos es la siguiente.

"Mi candidatura es apolítica, diferente y del pueblo", un discurso populista, trasnochado y carente de seriedad.

La política, es la plataforma que permite sustentar la democracia y la paz social que disfrutamos, con muchas cosas por mejorar, pero estable.

Jugar a buscar paladines y salvadores sociales, nos podría salir muy caro en el futuro inmediato.

La principal responsabilidad caerá bajo las cúpulas partidarias que después de la muerte de Juan Bosch, Joaquín Balaguer y José Francisco Peña Gómez, han degradado a su máxima expresión la matrícula de los que ven en la política una vía fácil para limpiar sus ganancias oscuras del mundo del narcotráfico, disfrazados de influencer y ángeles caídos del cielo.


Por Jhanel Ferreras
El autor es mercadólogo y comunicador social