¿Ivanka Trump puede llegar a ser presidenta de EE.UU.? La
pregunta tal vez provoque sonrisas irónicas. "Si él pudo, ¿por qué no
yo?", se dice a sí misma mientras impone su influencia en el entorno
presidencial.
"Ivanka
pretende crear la dinastía Trump en la Casa Blanca". Así lo revela Vicky
Ward, escritora y periodista de Vanity Fair, en su libro Kushner Inc., un
perturbador retrato de la temible hija de papá y de su marido, Jared Kushner,
asesor de su suegro. El señor y la señora Kushner "son una mezcla tóxica
de arrogancia e ignorancia. Una insaciable demostración de lujuria por el
poder", describe Ward tras entrevistarse con más de 200 personas del
entorno de 'Javanka', como se conoce a la pareja.
La carrera política de Ivanka comienza poco después de
que su padre jurara el cargo, cuando concedió una entrevista televisiva en la
que aseguraba que se mantendría alejada de la nueva Administración. "Entre
bastidores hacía todo tipo de planes. De hecho estaba organizando la 'oficina
familiar de Trump' en el ala este de la Casa Blanca, que normalmente es el
territorio de la primera dama. Cuando Melania Trump se enteró, le paró los
pies. Melania es la única persona que se ha enfrentado con éxito a su hijastra".
Ni su padre ha sido capaz de hacerlo, a pesar de que la considera una
desagradable molestia. Una de las fuentes anónimas del libro asegura haber sido
testigo de la frívola injerencia de Ivanka en los asuntos de Estado: "Se
unía a algunas de las llamadas telefónicas que su padre mantenía con
mandatarios extranjeros para charlar de cualquier cosa, por ejemplo de yoga,
hasta que el presidente la interrumpía".
Los devaneos políticos de Ivanka en Washington y los
millones que proporcionaría a los negocios de Kushner su estrecha cercanía al
poder han provocado otro frente de críticas contra el presidente, que él ha
recibido con furia. La situación ha llegado a ser tan tensa que, según Ward, el
presidente ha intentado librarse de 'Javanka' en varias ocasiones. Poco después
de que John F. Kelly se convirtiera en jefe del Gabinete de la Casa Blanca en
2017 recibió una orden directa: "Deshágase de mis hijos. Devuélvalos a
Nueva York". El plan fue hacerles la vida difícil hasta que renunciaran y
se fueran. Seis meses después, Kelly presentaba su dimisión y 'Javanka' ha
continuado creciendo.
La frialdad de Trump
Conocer las intenciones de su padre no ha sido traumático
para Ivanka. Está acostumbrada a su frialdad. La riqueza familiar era su mejor
compañía en el exclusivo internado de Choate Rosemary Hall, a donde llegaba en
una limusina blanca. Jared recibió mucha más atención de su padre, Charles
Kushner, un magnate inmobiliario judío que estuvo en prisión por evasión de
impuestos y manipulación de testigos. Se especula que pagó dos millones de
dólares para que Jared ingresara en Harvard. Durante esos años universitarios,
el heredero contó con un secretario que le vigilaba para mantenerle alejado de
las drogas y de las chicas no judías. Ivanka era cristiana, así que la primera
reacción del patriarca Kushner fue exigir la conversión de la novia a la
religión familiar. Ella lo aceptó para disgusto de Trump, reticente a esa unión
porque esperaba tener como yerno a alguien con más carisma, incluso con más
presencia física. Alguien como Tom Brady, estrella del fútbol americano y
marido de Gisele Bündchen, según reconoció el presidente en la intimidad a un
amigo.
El libro no muestra clemencia hacia esta pareja de
"mezquinos", "hipócritas" y "sin ninguna curiosidad
intelectual", a la vez que advierte del peligro que representa su
ambición: "No deberíamos subestimarles", concluye la autora, aterrada
de que la 'dinastía Trump' llegue a ser algo más que una ensoñación.