12 de agosto de 2019


Comparadas con las cuatro de Toronto/2015, diez medallas de oro en Lima/2019 representan una mejoría de 150% en el último desempeño de nuestros atletas. Se trata de un significativo salto cuantitativo y cuantitativo para el deporte dominicano.

Es, por mucho, la mejor participación quisqueyana en los anales de los Juegos Panamericanos, que nos ha posicionado como país élite del desarrollo deportivo en nuestro continente. Somos campeones nada menos que en diez de las sesentiseis disciplinas correspondientes a 39 deportes con 42 países participantes.

Al llegar a este punto es necesario precisar que, pese a haber obtenido 41 medallas en los XIV Panamericanos Santo Domingo/2003, los como países sede gozan del privilegio de que sus atletas no tienen que clasificarse en procesos de eliminatorias regionales, en esa ocasión la República Dominicana fue representado por alrededor de 600 atletas (mucho más del doble que ahora) mientras en estos juegos las 40 medallas fueron obtenidas en la ruta sólo por 206 atletas. Esto agrega un valor relativo inmenso en comparación con la cifra absoluta anterior.

La actuación cobra mayor dimensión, si se toma en cuenta que los dominicanos compartimos la isla La Española con Haití y que somos un país muy pequeño, de apenas 48 mil kilómetros cuadrados con 10.5 millones de habitantes nativos; pobre, con déficits económicos, sociales, educativos y sanitarios ancestrales; con bajo ingreso percápita y que competíamos con parte de las más grandes potencias mundiales (Estados Unidos y Cánada)  y potencias económicas medias (Brasil, Méjico, Argentina y otrora Venezuela...) dentro de las cuales cabemos territorialmente decenas y hasta centenares de veces.

 Así, pues, esos atletas nuestros, verdaderos héroes deportivos y económicos (porque indefectiblemente su actuación se habrá de traducirse en una gran proyección internacional de la República Dominicana como destino turístico) deben ser reconocidos por toda la sociedad y compensados materialmente por el Estado, mediante disposiciones de protección social y de crecimiento humano que les cambie para bien su vida y la de su núcleo familiar directo.

Por Carlos Rodríguez, periodista y articulista dominicano  





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Reconocimiento social y compensación material para los atletas de Lima/2019


Comparadas con las cuatro de Toronto/2015, diez medallas de oro en Lima/2019 representan una mejoría de 150% en el último desempeño de nuestros atletas. Se trata de un significativo salto cuantitativo y cuantitativo para el deporte dominicano.

Es, por mucho, la mejor participación quisqueyana en los anales de los Juegos Panamericanos, que nos ha posicionado como país élite del desarrollo deportivo en nuestro continente. Somos campeones nada menos que en diez de las sesentiseis disciplinas correspondientes a 39 deportes con 42 países participantes.

Al llegar a este punto es necesario precisar que, pese a haber obtenido 41 medallas en los XIV Panamericanos Santo Domingo/2003, los como países sede gozan del privilegio de que sus atletas no tienen que clasificarse en procesos de eliminatorias regionales, en esa ocasión la República Dominicana fue representado por alrededor de 600 atletas (mucho más del doble que ahora) mientras en estos juegos las 40 medallas fueron obtenidas en la ruta sólo por 206 atletas. Esto agrega un valor relativo inmenso en comparación con la cifra absoluta anterior.

La actuación cobra mayor dimensión, si se toma en cuenta que los dominicanos compartimos la isla La Española con Haití y que somos un país muy pequeño, de apenas 48 mil kilómetros cuadrados con 10.5 millones de habitantes nativos; pobre, con déficits económicos, sociales, educativos y sanitarios ancestrales; con bajo ingreso percápita y que competíamos con parte de las más grandes potencias mundiales (Estados Unidos y Cánada)  y potencias económicas medias (Brasil, Méjico, Argentina y otrora Venezuela...) dentro de las cuales cabemos territorialmente decenas y hasta centenares de veces.

 Así, pues, esos atletas nuestros, verdaderos héroes deportivos y económicos (porque indefectiblemente su actuación se habrá de traducirse en una gran proyección internacional de la República Dominicana como destino turístico) deben ser reconocidos por toda la sociedad y compensados materialmente por el Estado, mediante disposiciones de protección social y de crecimiento humano que les cambie para bien su vida y la de su núcleo familiar directo.

Por Carlos Rodríguez, periodista y articulista dominicano