Mientras la peste o pandemia provocada por un germen tan
físicamente insignificante que sólo es de observación microscópica, como el
COVID19 o coronavirus, nos demuestra la gran vulnerabilidad material y
emocional del individuo y la especie humana, el informe de investigación sobre
un proceso electoral trunco, de buenas a primeras puede derrumbar y hacer
añicos a la petulancia y soberbia que suelen emanar de la fuerza y el falso
control.
En efecto, es así como la pandemia del coronavirus mantiene arrodillada a la población mundial, sin importarle que se trate de financistas, líderes políticos, intelectuales, activistas sociales y o inspiradores religiosos trátese ciudadanos de los encumbrados en el G-20 o de simples mortales.
En tanto el resultado informado de la investigación electoral
confiada a la Organización de Estados Americanos (OEA) ha puesto en evidencia
la debilidad de una ignorancia tan acendrada que suele hasta tolerar el engaño.
Si no lo creen, sólo recuerden la soberbia y la ironía de
la expresión "¿Algoritmo? ¿No será lugaritmo o método del ritmo? ¡Qué sé
yo...!" Ahora la pregunta al sarcástico podría ser: ¿Quién resultó
engañado y por quién?
Artículo de opinión por Carlos Rodríguez