30 de marzo de 2015

Es casi imposible describir la sensación amarga e impotente que sentí esa mañana del viernes 28 de marzo de 2014.  

Eran poco más de las 11 de  la mañana, cuando acababa de regresar a mi trabajo, luego de haber participado de una ofrenda floral que había organizado el Colegio Dominicano  de Periodistas (CDP), por el 41 aniversario del asesinato del periodista Gregorio García Castro (Goyito). No me había sentado bien cuando leía en un periódico sobre la muerte de la madre de una periodista que ahora no recuerdo, comente, ¡waoo, cuántos periodistas y familiares han muerto en estos días!, al mismo tiempo, le decía a una de las compañeras que el colega  Abinader Fortunato estaba delicado de salud, es en ese mismo momento que alguien me dijo, Yris, te llama tu hermano Manuel, me sorprendió la llamada y mi corazón inmediatamente como que dio un salto, mi hermano casi nunca me  llamaba y cuando solía hacerlo era a mi celular.

Tome el teléfono y cuando oí la voz baja y directa de mi hermano, fue como si me hubiesen dado un balazo directo al corazón, ¡mira, mama murió! Fueron las palabras de mi hermano, yo reaccione y mentalmente pensé que era una broma, pregunte de nuevo y mi hermano repitió, ¡mamá murió! acaban de llamar de Nueva York, en ese momento solté el teléfono y mis compañeros preguntaban que pasó, de ahí en adelante sentí un dolor tan grande y profundo en mi pecho, que aún no ha desaparecido.

Sin embargo, aunque lloraba desesperada y mis compañeros me consolaban, en mi interior seguía pensando que era un error y que llegaría a casa y todo estaría claro, pero no fue así, fue la más cruel y dura realidad que por segunda vez experimentaba, ya había pasado por eso la madrugada  del 17 de marzo, casualmente el mismo mes, pero en 1995, cuando mi hermana me llamó porque mi padre agonizaba, ella se había ido junto a mi madre cuando mi padre agravó y recuerdo que me preguntó  si quería ir, pero yo preferí no ver ese momento de agonía de mi padre, luego me reproché,  no haberle dado un último adiós, pero  quería recordarlo como la persona alegre y pacifica que fue, nunca imagine que el destino me apartaría de mi madre igual, sin darle ese último abrazo.

En Corintios 15:26, la Biblia dice que la muerte es “el último de los enemigos que será abolido”  y yo agrego que también es el más “cruel”.

Es cierto que mientras estamos viviendo pasamos por diversas situaciones difíciles, pérdidas materiales, sentimentales, enfermedades, algunas, que aunque no tienen cura, la gente aprende a vivir con ellas, pero la muerte es un cruel enemigo.

La perdida física de un ser querido, principalmente madre, padres, hijos y hermanos, nos marca para toda la vida porque con ellos también se va parte de nosotros  y más aun una madre o un hijo. Nos formamos dentro de la madre y eso crea un vínculo eterno, que sólo aquel, cuya crueldad es tan negra que no le permite alberga sentimiento alguno, no reconoce esa atadura. Con mi madre también había un relación muy estrecha, y lo considero el mejor hombre de mi vida, pero cuando mi padre murió, ya llevaba varios años aquejados de salud, tiempo en el que pude estar más cerca con él porque yo lo acompañaba cada vez que acudía a sus citas médicas y los médicos nos habían advertido que esa afección de salud lo llevaría a la muerte en cualquier momento.

Mi madre, quien llevaba varios años viviendo en Nueva York con mi hermana mayor, padecía de presión alta y diabetes, pero era afecciones de salud muy controladas, nunca hizo grandes crisis.

Al momento de su muerte, se preparaba para regresar al país, del cual no “quería volver a salir”, estaba muy ilusionada porque regresaría el 2 de abril ese enemigo cruel la sorprendió, apenas 4 días antes de llegar a su tierra, lo que hizo más dura y cruel la partida.

Es difícil a veces entender el porqué de la muerte, se nos pide aceptarla, asimilarla y muchas cosas más, desde el punto de vista físico, podemos entenderla porque una enfermedad, accidente o cualquier otra circunstancia, sencillamente acaba con un cuerpo que funciona como una conexión  eléctrica  que cuando se desconecta se apaga, desde el punto de vista religioso hay explicaciones muy profundas, pero en realidad nadie puede precisar porqué es tan cruel este enemigo, porqué se convierte en el peor de los verdugos, nos quita a las personas que mas queremos, a veces de la manera más simple, sin darnos oportunidades , sin permitirnos verlas y estar en su último momento.  

Ante esa situación, lo único que nos puede consolar, es cuando nos damos a las personas en vida, cuando las queremos y les evitamos sufrimientos , cuando estamos en sus momentos tristes y alegres,  en ese sentido, quise, respete y honre a mis  padres y he vivido conforme a su enseñanzas, pero el dolor de haberlos perdido permanece en mi.

Sin embargo, quisiera encontrar explicación, siento que si tengo una clara explicación de por qué no están, de porque mi madre se fue de esa manera, porque sencillamente se acostó a dormir  y ya no despertó, si pudiera tener alguna explicación , razón de ese suceso, quizás fuera menor mi dolor, quizás si mi madre hubiera estado en cama, en cuidado intensivos o con alguna situación de salud que solo espera la muerte, lo encendiera, algunos me dicen que murió tranquila, que no tuvo sufrimiento, pero quién puede asegurarlo, quién pude saber si la insistencia de mi madre para venir a su país, tenía que ver con el presentimiento de su partida,  realmente son situaciones inexplicables y que a veces pensarlas e insistir en buscar respuesta es más doloroso, pero quisiera poder verla y poderle cumplir sus deseos, las cosas que me había expresado que quisiera hacer, poder decirle “la vieje” y oír de ella decirme “la greicita” .

Sé que la muerte es lo único seguro que tenemos y que demostrado está que ésta no tiene tiempo, ni hora, ni lugar para llegar, se que en el momento que escribo, quien sabe qué planes tiene ese feroz enemigo para conmigo, porque tenemos una vida muy corta y una larga eternidad para la muerte, aun así que  inhumano ha sido este enemigo que vive en constante asecho, que te da directo al corazón.

Ese momento del pasado 28 de marzo está vivo en mí, pareciera que fue hace unas horas, pero ya hace un año que ese enemigo se llevó a mi vieja, 20 años atrás, lo hizo con mi padre y es un recuerdo que todavía también  sigue vivo, pero ante tanta crueldad, sólo espero el momento en que en verdad podamos vencer a al “último  y más cruel de los  enemigos”.  

Por: Yris Cuevas
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¡La muerte, el último y más de los enemigos!

Es casi imposible describir la sensación amarga e impotente que sentí esa mañana del viernes 28 de marzo de 2014.  

Eran poco más de las 11 de  la mañana, cuando acababa de regresar a mi trabajo, luego de haber participado de una ofrenda floral que había organizado el Colegio Dominicano  de Periodistas (CDP), por el 41 aniversario del asesinato del periodista Gregorio García Castro (Goyito). No me había sentado bien cuando leía en un periódico sobre la muerte de la madre de una periodista que ahora no recuerdo, comente, ¡waoo, cuántos periodistas y familiares han muerto en estos días!, al mismo tiempo, le decía a una de las compañeras que el colega  Abinader Fortunato estaba delicado de salud, es en ese mismo momento que alguien me dijo, Yris, te llama tu hermano Manuel, me sorprendió la llamada y mi corazón inmediatamente como que dio un salto, mi hermano casi nunca me  llamaba y cuando solía hacerlo era a mi celular.

Tome el teléfono y cuando oí la voz baja y directa de mi hermano, fue como si me hubiesen dado un balazo directo al corazón, ¡mira, mama murió! Fueron las palabras de mi hermano, yo reaccione y mentalmente pensé que era una broma, pregunte de nuevo y mi hermano repitió, ¡mamá murió! acaban de llamar de Nueva York, en ese momento solté el teléfono y mis compañeros preguntaban que pasó, de ahí en adelante sentí un dolor tan grande y profundo en mi pecho, que aún no ha desaparecido.

Sin embargo, aunque lloraba desesperada y mis compañeros me consolaban, en mi interior seguía pensando que era un error y que llegaría a casa y todo estaría claro, pero no fue así, fue la más cruel y dura realidad que por segunda vez experimentaba, ya había pasado por eso la madrugada  del 17 de marzo, casualmente el mismo mes, pero en 1995, cuando mi hermana me llamó porque mi padre agonizaba, ella se había ido junto a mi madre cuando mi padre agravó y recuerdo que me preguntó  si quería ir, pero yo preferí no ver ese momento de agonía de mi padre, luego me reproché,  no haberle dado un último adiós, pero  quería recordarlo como la persona alegre y pacifica que fue, nunca imagine que el destino me apartaría de mi madre igual, sin darle ese último abrazo.

En Corintios 15:26, la Biblia dice que la muerte es “el último de los enemigos que será abolido”  y yo agrego que también es el más “cruel”.

Es cierto que mientras estamos viviendo pasamos por diversas situaciones difíciles, pérdidas materiales, sentimentales, enfermedades, algunas, que aunque no tienen cura, la gente aprende a vivir con ellas, pero la muerte es un cruel enemigo.

La perdida física de un ser querido, principalmente madre, padres, hijos y hermanos, nos marca para toda la vida porque con ellos también se va parte de nosotros  y más aun una madre o un hijo. Nos formamos dentro de la madre y eso crea un vínculo eterno, que sólo aquel, cuya crueldad es tan negra que no le permite alberga sentimiento alguno, no reconoce esa atadura. Con mi madre también había un relación muy estrecha, y lo considero el mejor hombre de mi vida, pero cuando mi padre murió, ya llevaba varios años aquejados de salud, tiempo en el que pude estar más cerca con él porque yo lo acompañaba cada vez que acudía a sus citas médicas y los médicos nos habían advertido que esa afección de salud lo llevaría a la muerte en cualquier momento.

Mi madre, quien llevaba varios años viviendo en Nueva York con mi hermana mayor, padecía de presión alta y diabetes, pero era afecciones de salud muy controladas, nunca hizo grandes crisis.

Al momento de su muerte, se preparaba para regresar al país, del cual no “quería volver a salir”, estaba muy ilusionada porque regresaría el 2 de abril ese enemigo cruel la sorprendió, apenas 4 días antes de llegar a su tierra, lo que hizo más dura y cruel la partida.

Es difícil a veces entender el porqué de la muerte, se nos pide aceptarla, asimilarla y muchas cosas más, desde el punto de vista físico, podemos entenderla porque una enfermedad, accidente o cualquier otra circunstancia, sencillamente acaba con un cuerpo que funciona como una conexión  eléctrica  que cuando se desconecta se apaga, desde el punto de vista religioso hay explicaciones muy profundas, pero en realidad nadie puede precisar porqué es tan cruel este enemigo, porqué se convierte en el peor de los verdugos, nos quita a las personas que mas queremos, a veces de la manera más simple, sin darnos oportunidades , sin permitirnos verlas y estar en su último momento.  

Ante esa situación, lo único que nos puede consolar, es cuando nos damos a las personas en vida, cuando las queremos y les evitamos sufrimientos , cuando estamos en sus momentos tristes y alegres,  en ese sentido, quise, respete y honre a mis  padres y he vivido conforme a su enseñanzas, pero el dolor de haberlos perdido permanece en mi.

Sin embargo, quisiera encontrar explicación, siento que si tengo una clara explicación de por qué no están, de porque mi madre se fue de esa manera, porque sencillamente se acostó a dormir  y ya no despertó, si pudiera tener alguna explicación , razón de ese suceso, quizás fuera menor mi dolor, quizás si mi madre hubiera estado en cama, en cuidado intensivos o con alguna situación de salud que solo espera la muerte, lo encendiera, algunos me dicen que murió tranquila, que no tuvo sufrimiento, pero quién puede asegurarlo, quién pude saber si la insistencia de mi madre para venir a su país, tenía que ver con el presentimiento de su partida,  realmente son situaciones inexplicables y que a veces pensarlas e insistir en buscar respuesta es más doloroso, pero quisiera poder verla y poderle cumplir sus deseos, las cosas que me había expresado que quisiera hacer, poder decirle “la vieje” y oír de ella decirme “la greicita” .

Sé que la muerte es lo único seguro que tenemos y que demostrado está que ésta no tiene tiempo, ni hora, ni lugar para llegar, se que en el momento que escribo, quien sabe qué planes tiene ese feroz enemigo para conmigo, porque tenemos una vida muy corta y una larga eternidad para la muerte, aun así que  inhumano ha sido este enemigo que vive en constante asecho, que te da directo al corazón.

Ese momento del pasado 28 de marzo está vivo en mí, pareciera que fue hace unas horas, pero ya hace un año que ese enemigo se llevó a mi vieja, 20 años atrás, lo hizo con mi padre y es un recuerdo que todavía también  sigue vivo, pero ante tanta crueldad, sólo espero el momento en que en verdad podamos vencer a al “último  y más cruel de los  enemigos”.  

Por: Yris Cuevas