Hay que ser un incauto o un idealista para
desafiar a Hillary Clinton en la campaña para la nominación demócrata alas elecciones presidenciales de 2016.
El exgobernador de Maryland, Martin O'Malley,
dio este sábado el paso con un discurso en Baltimore, ciudad de la que fue
alcalde. O'Malley se une al senador Bernie Sanders en una exigua lista de
aspirantes del Partido Demócrata. Ninguno hace sombra a Clinton, favorita
indiscutida en todos los sondeos
¿Martin for president? ¿Un
propósito descabellado? “No, no, no”, dice, en un parque de Baltimore
(Maryland), María Martínez, mientras esperaba que O'Malley subiese a un estrado
para anunciar la candidatura. Martínez, hija de un colombiano y una
costarricences, dice que los estadounidenses conocen poco a O'Malley. Cuando lo
conozcan, sus perspectivas mejorarán. “Esto es serio”.
Otro
candidato declarado para la nominación demócrata, Bernie Sanders, senador por
Vermont, tendría un 8,8% de votos. Sanders, de 73 años, se declara a sí mismo
socialista. Hillary Clinton --primera dama en los años noventa, senadora entre
2001 y 2009, candidata presidencial en 2008, secretaria de Estado entre 2009 y
2013, 68 años-- se llevaría un 63,3% de votos.
En
pocas campañas recientes un aspirante ha contado con tan pocos rivales y de tan
poco peso como Clinton ahora. Y, sin embargo, allí está Sanders con un discurso
que conecta la izquierda. Y allí, en la convulsa Baltimore, escenario en abril de disturbios y
protestas por la violencia policial y la discriminación económica, estaba
O'Malley, con música de Bruce Springsteen y un mensaje progresista contra las
desigualdades y el poder de los bancos.
El
nuevo candidato sólo mencionó una vez a Hillary Clinton, cuando dijo que el
jefe de un banco de Wall Street había delarado que a él iría igual de bien con
la demócrata Clinton o con el republicano Jeb Bush --hijo y hermano de
presidentes-- en la Casa Blanca. “La presidencia no es algo que se pase de mano
en mano entre familias reales” dijo.
Los
rivales de Clinton --y muchos periodistas, aburridos ante una campaña que
parece decidida de antemano-- quisieran creen en el milagro. Y evocan la
campaña de 2008. Entonces, como ahora, Clinton era la favorita. La “candidata
inevitable” la llamaban. Un joven senador afroamericano, Barack Obama, la
derrotó contra pronóstico. ¿Y si ocurriese lo mismo? ¿No se precipitan los
clintonistas en cantar victoria?
Las
campañas de 2008 y 2016 son distintas. Ni Sanders ni O'Malley son Obama, un
fenómeno político irrepetible. Ninguno tiene el acceso a la financiación de la
que disponen los Clinton.Cuando Hillary Clinton era “inevitable” ante Obama,
obtenía en los sondeos cerca del 40% de votos, no el 60% actual.
El
campo demócrata es hoy un páramo y la única candidata que podría hacer sufrir a
Clinton, la senadora Elizabeth Warren, líder del ala populista del Partido
Demócrata, se resiste a presentarse. La ventaja, para Clinton, es que se
ahorrará una campaña de primarias que la desgaste. Pero esto puede ser una desventaja.
Un buen rival mejora a un candidato. Hillary Clinton se arriesga a enfrentarse
al candidato republicano en noviembre de 2016 sin que nadie la haya puesto a
prueba.Fuente: http://elpais.com/