Recientemente, me encontré con uno de
los candidatos a la Alcaldía de Santo Domingo Este que realizaba un recorrido
por sectores de ese municipio que cuenta con 4 candidatos a ese puesto.
Lo saludé afablemente porque le
conozco de hace tiempo que cuando este ocupaba un puesto en el Congreso
Nacional y yo me desempeñaba como reportera, le recordé quien yo era y
simulo conocerme, pero me di cuenta que ni idea tenía, pero entendió que yo
podría ser aliada a lo que me dijo “ayúdame ahí” y de paso me dejo 50
pesos en la mano, no sé que sentí, si vergüenza, impotencia, pena o
indignación.
Le dije, no, no, no necesito esto, el
insistió y finalmente se alejó y me dejó los RD$50 pesos en mano, yo de
momento pensé retíraselo a la cara, pero por educación y decencia pensé en
quedármelos para que me sirvan de elemento de reflexión.
Y realmente, es como para reflexionar
sobre “el precio de un voto”, para ese señor que me dijo “ayúdame ahí” como
alguien que mendiga un voto, no como alguien que tiene un proyecto coherente y
potable, no como quien realmente desea cambiar un municipio, que si bien ha
crecido en estructura, no igual en organización, un municipio arropado de
basura, falta de organización y de los servicios básicos mínimos.
Y me surge, recordar qué es un
Síndico o Alcalde como se le ha dado por llamarles ahora. Sindico, proviene de las raíces griegas Syn (con)
y Dike (justicia).
El síndico es
una persona elegida por una comunidad o corporación para cuidar de sus intereses.
Como tal, tiene diferentes acepciones en diferentes ramas del Derecho. En todo
caso, el trabajo del síndico suele consistir en fiscalizar el funcionamiento de
una entidad con el fin de proteger los intereses de sus representados, en este
caso de un municipio.
Para el caso nuestro, tomamos como
referencia la Ley No. 176-07 del Distrito Nacional y los Municipios, del 17 de
julio del 2007, lo referido en Artículo 19 y sus acápites de la (a) a
la (l) sobre las Competencias Propias del Ayuntamiento.
El ayuntamiento ejercerá como propias
o exclusivas la competencia en los siguientes asuntos: a) Ordenamiento del
tránsito de vehículos y personas en las vías urbanas y rurales. b) Normar y
gestionar el espacio público, tanto urbano como rural. c) Prevención, extinción
de incendios y financiación de las estaciones de bomberos. d) Ordenamiento del
territorio, planeamiento urbano, gestión del suelo, ejecución y disciplina
urbanística; e) Normar y gestionar el mantenimiento y uso de las áreas verdes,
parques y jardines. f) Normar y gestionar la protección de la higiene y
salubridad públicas para garantizar el saneamiento ambiental. g) Construcción
de infraestructuras y equipamientos urbanos, pavimentación de las vías públicas
urbanas, construcción y mantenimiento de caminos rurales, construcción y
conservación de aceras, contenes y caminos vecinales. h) Preservación del
patrimonio histórico y cultural del municipio. i) Construcción y gestión de
mataderos, mercados y ferias. j) Construcción y gestión de cementerios y
servicios funerarios. k) Instalación del alumbrado público. l) Limpieza vial m)
Servicios de limpieza y ornato público, recolección, tratamiento y disposición
final de residuos sólidos. n) Ordenar y reglamentar el transporte público
urbano. o) Promoción, fomento y desarrollo económico local. Párrafo I: Los
ayuntamientos podrán ejercer como competencias compartidas o coordinadas todas
aquellas que corresponden a la función de la administración pública, salvo
aquellas que la Constitución le asigne exclusivamente al Gobierno Central,
garantizándoles como competencias mínimas el derecho a estar debidamente
informado, el derecho a ser tomado en cuenta, el derecho a participar en la
coordinación y a la suficiencia financiera para su adecuada participación.
Con tan solo leer estas atribuciones
de los ayuntamientos que deben desempeñar y poner en ejecución los alcaldes o
alcaldesas, podemos inferir que realmente no se cumple ni la mínima parte de
estas responsabilidades y que quienes aspiran a dirigir un ayuntamiento, no
cuentan con programas bien articulados, por tanto no cuentan con herramienta
para lograr que las personas se animen a dar su voto, quizás por eso utilizan
argumentos baladíes y carecen de estrategias para convencer al elector.
¿Pero, cuál es el precio
de un voto?
Cuando se aproximan las elecciones se
activa la propaganda política y el precio del voto, se como cualquier otro
producto se le pone su precio. En la práctica de la “política” en República
Dominicana, hemos llegado al extremo de considerar al elector o electora como
materia prima para fabricar un deseo personal que se reduce al interés de
llegar a un puesto sin tomar en cuenta que asumen una responsabilidad de velar
por el bienestar de toda una colectividad. Es por ello que ponen precio a un
voto, para alguno como la persona que refiero, entiende que un voto puede
costar el módico precio de R$50.00, de por sí, bastante devaluado en el país,
viejos y manoseados. Cincuenta pesos podrán servir, quizás para pagar el
pasaje de ida y vuelta a una persona que debe tomar un vehículo para ir a
ejercer su derecho al voto y que no tenga el privilegio de que lo busquen en su
hogar u lo lleven.
No obstante, para muchas
personas, esos 50 pesos, por míseros que yo los vea, podrían servirle
para desayunar, porque por más que se hable de crecimiento económico, avaneces
tecnológico y otras hierbas aromáticas, todavía al doblar de la esquina, nos
encontramos con personas, que a las 3 o 4 de la tarde tienen el estomago en
“pillama2 como se dice en el argot popular, no por vagos/as o por avaros,
sino porque forman parte de un amplio segmento social que todavía está en la
línea de la pobreza extrema.
Pero es así como muchos de quienes se
dedican a hacer política miden el valor de un voto, le ponen precio a un deber
ciudadano, que debiera hacerse como un exhaustivo ejercicio de reflexión y
conciencia.
Para muchos un voto cuesta, también
una funda con “alimentos” que alcanzaría para comer un día versus 4 años más de
hambre, otros entienden que un voto tiene el precio de una botella de ron
“malo”, aquel que ligado al hambre y la necesidad conduce al que lo consume a
una especie de “delirio y alucinación” capaz de ver a cualquier candidato como
el “chapulín colorado” que resolverá sus problemas tan pronto alcance el puesto
para el que se postula.
Para los de más privilegios,
los que ya están pegados, los de abolengo, empresarios o extranjeros
acogidos en el país, el precio de su voto aumenta según su cuenta
bancaria cercanía al poder. Ahí la cosa cambia, pero igual tiene precio ese
voto, con la diferencia que de que los intereses son más altos al momento de
devolver el favor del voto.
Para otro y otras, el precio de su
voto va mucho más allá de lo que hemos descrito, es mucho más alto, y también
más difícil de cumplir, en ese voto está cifrada la “esperanza” de
cambiar su situación y calidad de vida, de mejorar un municipio o todo un país,
de lograr una gestión con transparencia, donde se manejen con equidad los
recursos que salen del bolsillo de la gente, de lograr empleos dignos y
bien remunerados y propuestas de políticas públicas coherentes y viables.
En el Municipio Santo Domingo Este,
contamos con 4 candidatos a la Alcaldía, y hasta el momento, a poquitos días
para las elecciones del 15 de mayo de 2016, no conozco a fondo los programas de
trabajos que sustenten sus aspiraciones y quienes los tienen carecen de
propuestas que profundicen en los aspecto principales necesario para
desarrollar un municipio que es la “puerta de entra al país”, quizás
porque como la mayoría, piensan ir a improvisar, sin un plan
estratégico que les ayude a desarrollar acciones pertinentes, por ello cuando salen a la calle entienden la
gente debe darle sus voto por agradecimiento porque en algún momento recibieron
RD$50.00 y cualquier otra prebenda.
Pero para darnos cuenta cuan atrasados
y alejados estamos de hacer política con criterios y visión, nada más hay que analizar la promoción de
candidatos y candidatas a diferentes posiciones. Son Spot que reflejan la pobreza de criterio y falta de
orientación sobre cómo llegar a las masas y convencer mediante propuestas que
puedan ser desarrolladas.
Dominicanas y dominicanos tenemos el
deber de votar el 15 de mayo, es un deber y un derecho establecido en nuestra
Constitución, pero debe ser un voto de conciencia, basta ya elegir a personas
que no tiene ni la capacidad y mucho menos la voluntad de hacer una gestión que
contribuya al desarrollo real de la nación y sus habitantes.
Por
Yris Cuevas