6 de mayo de 2016

Recientemente, me encontré con uno de los candidatos a la Alcaldía de Santo Domingo Este que realizaba un recorrido por sectores de ese municipio que cuenta con 4 candidatos a ese puesto. 

Lo saludé afablemente porque le conozco de hace tiempo que cuando este ocupaba un puesto en el Congreso Nacional y yo me desempeñaba como reportera,  le recordé quien yo era y simulo conocerme, pero me di cuenta que ni idea tenía, pero entendió que yo podría ser aliada a lo que me dijo “ayúdame ahí”  y de paso me dejo 50 pesos en la mano, no sé que sentí, si vergüenza, impotencia, pena o indignación.

Le dije, no, no, no necesito esto, el insistió y finalmente se alejó y me dejó los RD$50 pesos en mano, yo de momento pensé retíraselo a la cara, pero por educación y decencia pensé en  quedármelos para que me sirvan de elemento de reflexión.

Y realmente, es como para reflexionar sobre “el precio de un voto”, para ese señor que me dijo “ayúdame ahí” como alguien que mendiga un voto, no como alguien que tiene un proyecto coherente y potable, no como quien realmente desea cambiar un municipio, que si bien ha crecido  en estructura, no igual en organización, un municipio arropado de basura, falta de organización y de los servicios básicos mínimos.

Y me surge, recordar qué es un Síndico o Alcalde como se le ha dado por llamarles ahora. Sindico, proviene de las raíces griegas Syn (con) y Dike (justicia).

El síndico es una persona elegida por una comunidad o corporación para cuidar de sus intereses. Como tal, tiene diferentes acepciones en diferentes ramas del Derecho. En todo caso, el trabajo del síndico suele consistir en fiscalizar el funcionamiento de una entidad con el fin de proteger los intereses de sus representados, en este caso de un municipio.

Para el caso nuestro, tomamos como referencia la Ley No. 176-07 del Distrito Nacional y los Municipios, del 17 de julio del 2007, lo referido en Artículo 19 y sus acápites de la (a) a la (l) sobre las  Competencias Propias del Ayuntamiento.

El ayuntamiento ejercerá como propias o exclusivas la competencia en los siguientes asuntos: a) Ordenamiento del tránsito de vehículos y personas en las vías urbanas y rurales. b) Normar y gestionar el espacio público, tanto urbano como rural. c) Prevención, extinción de incendios y financiación de las estaciones de bomberos. d) Ordenamiento del territorio, planeamiento urbano, gestión del suelo, ejecución y disciplina urbanística; e) Normar y gestionar el mantenimiento y uso de las áreas verdes, parques y jardines. f) Normar y gestionar la protección de la higiene y salubridad públicas para garantizar el saneamiento ambiental. g) Construcción de infraestructuras y equipamientos urbanos, pavimentación de las vías públicas urbanas, construcción y mantenimiento de caminos rurales, construcción y conservación de aceras, contenes y caminos vecinales. h) Preservación del patrimonio histórico y cultural del municipio. i) Construcción y gestión de mataderos, mercados y ferias. j) Construcción y gestión de cementerios y servicios funerarios. k) Instalación del alumbrado público. l) Limpieza vial m) Servicios de limpieza y ornato público, recolección, tratamiento y disposición final de residuos sólidos. n) Ordenar y reglamentar el transporte público urbano. o) Promoción, fomento y desarrollo económico local. Párrafo I: Los ayuntamientos podrán ejercer como competencias compartidas o coordinadas todas aquellas que corresponden a la función de la administración pública, salvo aquellas que la Constitución le asigne exclusivamente al Gobierno Central, garantizándoles como competencias mínimas el derecho a estar debidamente informado, el derecho a ser tomado en cuenta, el derecho a participar en la coordinación y a la suficiencia financiera para su adecuada participación.

Con tan solo leer estas atribuciones de los ayuntamientos que deben desempeñar y poner en ejecución los alcaldes o alcaldesas, podemos inferir que realmente no se cumple ni la mínima parte de estas responsabilidades y que quienes aspiran a dirigir un ayuntamiento, no cuentan con programas bien articulados, por tanto no cuentan con herramienta para lograr que las personas se animen a dar su voto, quizás por eso utilizan argumentos baladíes y carecen de estrategias para convencer al elector.

¿Pero, cuál es el precio de un voto?

Cuando se aproximan las elecciones se activa la propaganda política y el precio del voto, se como cualquier otro producto se le pone su precio. En la práctica de la “política” en República Dominicana, hemos llegado al extremo de considerar al elector o electora como materia prima para fabricar  un deseo personal que se reduce al interés de llegar a un puesto sin tomar en cuenta que asumen una responsabilidad de velar por el bienestar de toda una colectividad. Es por ello que ponen precio a un voto, para alguno como la persona que refiero, entiende que un voto puede costar el módico precio de R$50.00, de por sí, bastante devaluado en el país, viejos y manoseados. Cincuenta pesos podrán  servir, quizás para pagar el pasaje de ida y vuelta a una persona que debe tomar un vehículo para ir a ejercer su derecho al voto y que no tenga el privilegio de que lo busquen en su hogar u lo lleven.

No obstante, para muchas personas, esos 50 pesos, por  míseros que yo los vea, podrían servirle para desayunar, porque por más que se hable de crecimiento económico, avaneces tecnológico y otras hierbas aromáticas, todavía al doblar de la esquina, nos encontramos con personas, que a las 3 o 4 de la tarde tienen el estomago en “pillama2 como se dice en el argot popular, no por vagos/as  o por avaros, sino porque forman parte de un amplio segmento social que todavía está en la línea de la pobreza extrema.

Pero es así como muchos de quienes se dedican a hacer política miden el valor de un voto, le ponen precio a un deber ciudadano, que debiera hacerse como un exhaustivo ejercicio de reflexión y conciencia.

Para muchos un voto cuesta, también una funda con “alimentos” que alcanzaría para comer un día versus 4 años más de hambre, otros entienden que un voto tiene el precio de una botella de ron “malo”, aquel que ligado al hambre y la necesidad conduce al que lo consume a una especie de “delirio y alucinación” capaz de ver a cualquier candidato como el “chapulín colorado” que resolverá sus problemas tan pronto alcance el puesto para el que se postula.  
    
Para los de más  privilegios, los que ya están pegados, los de abolengo, empresarios o extranjeros acogidos en el país,  el precio de su voto aumenta según su cuenta bancaria cercanía al poder. Ahí la cosa cambia, pero igual tiene precio ese voto, con la diferencia que de que los intereses son más altos al momento de devolver el favor del voto.  

Para otro y otras, el precio de su voto va mucho más allá de lo que hemos descrito, es mucho más alto, y también  más difícil de cumplir, en ese voto está cifrada la “esperanza” de cambiar su situación y calidad de vida, de mejorar un municipio o todo un país, de lograr una gestión con transparencia, donde se manejen con equidad los recursos que salen del bolsillo de la  gente, de lograr empleos dignos y bien remunerados y propuestas de políticas públicas coherentes y viables.

En el Municipio Santo Domingo Este, contamos con 4 candidatos a la Alcaldía, y hasta el momento, a poquitos días para las elecciones del 15 de mayo de 2016, no conozco a fondo los programas de trabajos que sustenten sus aspiraciones y quienes los tienen carecen de propuestas que profundicen en los aspecto principales necesario para desarrollar un municipio que es la “puerta de entra al país”, quizás porque  como  la mayoría, piensan ir a improvisar, sin un plan estratégico que les ayude a desarrollar acciones pertinentes,  por ello cuando salen a la calle entienden la gente debe darle sus voto por agradecimiento porque en algún momento recibieron RD$50.00 y cualquier otra prebenda.    

Pero para darnos cuenta cuan atrasados y alejados estamos de hacer política con criterios y visión,  nada más hay que analizar la promoción de candidatos y candidatas a diferentes posiciones. Son Spot  que reflejan la pobreza de criterio y falta de orientación sobre cómo llegar a las masas y convencer mediante propuestas que puedan ser desarrolladas.


Dominicanas y dominicanos tenemos el deber de votar el 15 de mayo, es un deber y un derecho establecido en nuestra Constitución, pero debe ser un voto de conciencia, basta ya elegir a personas que no tiene ni la capacidad y mucho menos la voluntad de hacer una gestión que contribuya al desarrollo real de la nación y sus habitantes. 

Por Yris Cuevas
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¡Cuál es el precio de un voto!

Recientemente, me encontré con uno de los candidatos a la Alcaldía de Santo Domingo Este que realizaba un recorrido por sectores de ese municipio que cuenta con 4 candidatos a ese puesto. 

Lo saludé afablemente porque le conozco de hace tiempo que cuando este ocupaba un puesto en el Congreso Nacional y yo me desempeñaba como reportera,  le recordé quien yo era y simulo conocerme, pero me di cuenta que ni idea tenía, pero entendió que yo podría ser aliada a lo que me dijo “ayúdame ahí”  y de paso me dejo 50 pesos en la mano, no sé que sentí, si vergüenza, impotencia, pena o indignación.

Le dije, no, no, no necesito esto, el insistió y finalmente se alejó y me dejó los RD$50 pesos en mano, yo de momento pensé retíraselo a la cara, pero por educación y decencia pensé en  quedármelos para que me sirvan de elemento de reflexión.

Y realmente, es como para reflexionar sobre “el precio de un voto”, para ese señor que me dijo “ayúdame ahí” como alguien que mendiga un voto, no como alguien que tiene un proyecto coherente y potable, no como quien realmente desea cambiar un municipio, que si bien ha crecido  en estructura, no igual en organización, un municipio arropado de basura, falta de organización y de los servicios básicos mínimos.

Y me surge, recordar qué es un Síndico o Alcalde como se le ha dado por llamarles ahora. Sindico, proviene de las raíces griegas Syn (con) y Dike (justicia).

El síndico es una persona elegida por una comunidad o corporación para cuidar de sus intereses. Como tal, tiene diferentes acepciones en diferentes ramas del Derecho. En todo caso, el trabajo del síndico suele consistir en fiscalizar el funcionamiento de una entidad con el fin de proteger los intereses de sus representados, en este caso de un municipio.

Para el caso nuestro, tomamos como referencia la Ley No. 176-07 del Distrito Nacional y los Municipios, del 17 de julio del 2007, lo referido en Artículo 19 y sus acápites de la (a) a la (l) sobre las  Competencias Propias del Ayuntamiento.

El ayuntamiento ejercerá como propias o exclusivas la competencia en los siguientes asuntos: a) Ordenamiento del tránsito de vehículos y personas en las vías urbanas y rurales. b) Normar y gestionar el espacio público, tanto urbano como rural. c) Prevención, extinción de incendios y financiación de las estaciones de bomberos. d) Ordenamiento del territorio, planeamiento urbano, gestión del suelo, ejecución y disciplina urbanística; e) Normar y gestionar el mantenimiento y uso de las áreas verdes, parques y jardines. f) Normar y gestionar la protección de la higiene y salubridad públicas para garantizar el saneamiento ambiental. g) Construcción de infraestructuras y equipamientos urbanos, pavimentación de las vías públicas urbanas, construcción y mantenimiento de caminos rurales, construcción y conservación de aceras, contenes y caminos vecinales. h) Preservación del patrimonio histórico y cultural del municipio. i) Construcción y gestión de mataderos, mercados y ferias. j) Construcción y gestión de cementerios y servicios funerarios. k) Instalación del alumbrado público. l) Limpieza vial m) Servicios de limpieza y ornato público, recolección, tratamiento y disposición final de residuos sólidos. n) Ordenar y reglamentar el transporte público urbano. o) Promoción, fomento y desarrollo económico local. Párrafo I: Los ayuntamientos podrán ejercer como competencias compartidas o coordinadas todas aquellas que corresponden a la función de la administración pública, salvo aquellas que la Constitución le asigne exclusivamente al Gobierno Central, garantizándoles como competencias mínimas el derecho a estar debidamente informado, el derecho a ser tomado en cuenta, el derecho a participar en la coordinación y a la suficiencia financiera para su adecuada participación.

Con tan solo leer estas atribuciones de los ayuntamientos que deben desempeñar y poner en ejecución los alcaldes o alcaldesas, podemos inferir que realmente no se cumple ni la mínima parte de estas responsabilidades y que quienes aspiran a dirigir un ayuntamiento, no cuentan con programas bien articulados, por tanto no cuentan con herramienta para lograr que las personas se animen a dar su voto, quizás por eso utilizan argumentos baladíes y carecen de estrategias para convencer al elector.

¿Pero, cuál es el precio de un voto?

Cuando se aproximan las elecciones se activa la propaganda política y el precio del voto, se como cualquier otro producto se le pone su precio. En la práctica de la “política” en República Dominicana, hemos llegado al extremo de considerar al elector o electora como materia prima para fabricar  un deseo personal que se reduce al interés de llegar a un puesto sin tomar en cuenta que asumen una responsabilidad de velar por el bienestar de toda una colectividad. Es por ello que ponen precio a un voto, para alguno como la persona que refiero, entiende que un voto puede costar el módico precio de R$50.00, de por sí, bastante devaluado en el país, viejos y manoseados. Cincuenta pesos podrán  servir, quizás para pagar el pasaje de ida y vuelta a una persona que debe tomar un vehículo para ir a ejercer su derecho al voto y que no tenga el privilegio de que lo busquen en su hogar u lo lleven.

No obstante, para muchas personas, esos 50 pesos, por  míseros que yo los vea, podrían servirle para desayunar, porque por más que se hable de crecimiento económico, avaneces tecnológico y otras hierbas aromáticas, todavía al doblar de la esquina, nos encontramos con personas, que a las 3 o 4 de la tarde tienen el estomago en “pillama2 como se dice en el argot popular, no por vagos/as  o por avaros, sino porque forman parte de un amplio segmento social que todavía está en la línea de la pobreza extrema.

Pero es así como muchos de quienes se dedican a hacer política miden el valor de un voto, le ponen precio a un deber ciudadano, que debiera hacerse como un exhaustivo ejercicio de reflexión y conciencia.

Para muchos un voto cuesta, también una funda con “alimentos” que alcanzaría para comer un día versus 4 años más de hambre, otros entienden que un voto tiene el precio de una botella de ron “malo”, aquel que ligado al hambre y la necesidad conduce al que lo consume a una especie de “delirio y alucinación” capaz de ver a cualquier candidato como el “chapulín colorado” que resolverá sus problemas tan pronto alcance el puesto para el que se postula.  
    
Para los de más  privilegios, los que ya están pegados, los de abolengo, empresarios o extranjeros acogidos en el país,  el precio de su voto aumenta según su cuenta bancaria cercanía al poder. Ahí la cosa cambia, pero igual tiene precio ese voto, con la diferencia que de que los intereses son más altos al momento de devolver el favor del voto.  

Para otro y otras, el precio de su voto va mucho más allá de lo que hemos descrito, es mucho más alto, y también  más difícil de cumplir, en ese voto está cifrada la “esperanza” de cambiar su situación y calidad de vida, de mejorar un municipio o todo un país, de lograr una gestión con transparencia, donde se manejen con equidad los recursos que salen del bolsillo de la  gente, de lograr empleos dignos y bien remunerados y propuestas de políticas públicas coherentes y viables.

En el Municipio Santo Domingo Este, contamos con 4 candidatos a la Alcaldía, y hasta el momento, a poquitos días para las elecciones del 15 de mayo de 2016, no conozco a fondo los programas de trabajos que sustenten sus aspiraciones y quienes los tienen carecen de propuestas que profundicen en los aspecto principales necesario para desarrollar un municipio que es la “puerta de entra al país”, quizás porque  como  la mayoría, piensan ir a improvisar, sin un plan estratégico que les ayude a desarrollar acciones pertinentes,  por ello cuando salen a la calle entienden la gente debe darle sus voto por agradecimiento porque en algún momento recibieron RD$50.00 y cualquier otra prebenda.    

Pero para darnos cuenta cuan atrasados y alejados estamos de hacer política con criterios y visión,  nada más hay que analizar la promoción de candidatos y candidatas a diferentes posiciones. Son Spot  que reflejan la pobreza de criterio y falta de orientación sobre cómo llegar a las masas y convencer mediante propuestas que puedan ser desarrolladas.


Dominicanas y dominicanos tenemos el deber de votar el 15 de mayo, es un deber y un derecho establecido en nuestra Constitución, pero debe ser un voto de conciencia, basta ya elegir a personas que no tiene ni la capacidad y mucho menos la voluntad de hacer una gestión que contribuya al desarrollo real de la nación y sus habitantes. 

Por Yris Cuevas