6 de marzo de 2018

Para los científicos hay un estudio que se ha realizado por más de un siglo, y que busca determinar si los criminales, específicamente los asesinos, poseen un cerebro diferente al de las demás personas.
Todo inició con el doctor Cesare Lombroso, mejor conocido como el padre de la criminología moderna, quien estaba convencido de que los delincuentes se encontraban un escalón por debajo en la evolución.   
   
Como parte de sus investigaciones, en 1870 se dedicó a estudiar a los criminales encarcelados en Turín (Italia), según detalla la BBC.
Entre sus resultados, destacó que se podía identificar a un asesino por la forma de su cara, ya que "las orejas de un criminal son a menudo de gran tamaño, y en los asesinos la nariz suele ser aguileña como el pico de un ave de presa".
Sin embargo, estas características no sirvieron para detectar delincuentes y sus conclusiones fueron desacreditadas.
Un siglo después, en los años 80, surgieron las técnicas de imágenes de resonancia magnética funcional, y con ello el primer escaneo cerebral de asesinos que fue realizado en California (EE.UU.) por el neurocientífico británico Adrian Raine.
Sus estudios revelaron que la mayoría de los asesinos mostraban cambios similares en sus cerebros, los cuales podrían ser causados por el abuso infantil, lo que generaba daños físicos al cerebro
Sin embargo, solo una pequeña fracción de aquellos que sufren una infancia terrible se convierte en asesinos, por lo que nuevamente no se llegaba a una conclusión exacta.
Pero en 1993 quizá llegó esta conclusión, con una familia en Holanda, en la que todos los hombres tenían un historial de violencia: 15 años de investigación revelaron que a todos ellos les faltaba el mismo gen.
Este gen, de acuerdo con la BBC, produce una enzima llamada MAOA que regula los niveles de neurotransmisores involucrados en el control de los impulsos.
De esta manera se descubrió que, si alguien carece del gen MAOA o tiene una variante de baja actividad, está predispuesto a la violencia.
Y aunque alrededor del 30% de los hombres tienen esta variación, bautizada como el gen del guerrero, su activación depende fundamentalmente de lo que ocurra en la infancia.
Fue así como se concluyó que una tendencia genética hacia la violencia y el maltrato infantil son literalmente una combinación asesina
Con estos resultados, las investigaciones ahora se centran en maneras de reducir el comportamiento violento, y hay evidencias de que enseñar formas positivas de crianza de los hijos a las familias que están en riesgo es efectivo para mejorar el control de los impulsos.
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¿Qué factores genéticos convierten a una persona en asesino?

Para los científicos hay un estudio que se ha realizado por más de un siglo, y que busca determinar si los criminales, específicamente los asesinos, poseen un cerebro diferente al de las demás personas.
Todo inició con el doctor Cesare Lombroso, mejor conocido como el padre de la criminología moderna, quien estaba convencido de que los delincuentes se encontraban un escalón por debajo en la evolución.   
   
Como parte de sus investigaciones, en 1870 se dedicó a estudiar a los criminales encarcelados en Turín (Italia), según detalla la BBC.
Entre sus resultados, destacó que se podía identificar a un asesino por la forma de su cara, ya que "las orejas de un criminal son a menudo de gran tamaño, y en los asesinos la nariz suele ser aguileña como el pico de un ave de presa".
Sin embargo, estas características no sirvieron para detectar delincuentes y sus conclusiones fueron desacreditadas.
Un siglo después, en los años 80, surgieron las técnicas de imágenes de resonancia magnética funcional, y con ello el primer escaneo cerebral de asesinos que fue realizado en California (EE.UU.) por el neurocientífico británico Adrian Raine.
Sus estudios revelaron que la mayoría de los asesinos mostraban cambios similares en sus cerebros, los cuales podrían ser causados por el abuso infantil, lo que generaba daños físicos al cerebro
Sin embargo, solo una pequeña fracción de aquellos que sufren una infancia terrible se convierte en asesinos, por lo que nuevamente no se llegaba a una conclusión exacta.
Pero en 1993 quizá llegó esta conclusión, con una familia en Holanda, en la que todos los hombres tenían un historial de violencia: 15 años de investigación revelaron que a todos ellos les faltaba el mismo gen.
Este gen, de acuerdo con la BBC, produce una enzima llamada MAOA que regula los niveles de neurotransmisores involucrados en el control de los impulsos.
De esta manera se descubrió que, si alguien carece del gen MAOA o tiene una variante de baja actividad, está predispuesto a la violencia.
Y aunque alrededor del 30% de los hombres tienen esta variación, bautizada como el gen del guerrero, su activación depende fundamentalmente de lo que ocurra en la infancia.
Fue así como se concluyó que una tendencia genética hacia la violencia y el maltrato infantil son literalmente una combinación asesina
Con estos resultados, las investigaciones ahora se centran en maneras de reducir el comportamiento violento, y hay evidencias de que enseñar formas positivas de crianza de los hijos a las familias que están en riesgo es efectivo para mejorar el control de los impulsos.